viernes, 31 de julio de 2015

La Dama De Negro



La Dama De Negro 



Cuando quiso darse cuenta ya era demasiado tarde. Vivía en una pequeña casa de las afueras teniendo a la soledad como única compañera. Allí, sin que nadie le mirase, una copa de vino medio llena le recordaba que ya habían pasado los mejores años de su vida. El juego estaba terminando, y ahora sólo quedaba esperar.


Los días huecos precedían a noches vacías, y las hojas del calendario marchitaban mientras miraba por el balcón con la esperanza de que alguien le rescatase de sí mismo, de que llegase un momento en el que todo por fin hubiera merecido la pena, un momento en el que alguien le explicase cuál era el origen de todo ese sufrimiento que se agarraba a su pecho sin la menor intención de soltarle.

Pero solo encontró tormenta.

No había paz para los cobardes como él, para aquellos que decidieron escudarse pensando que, por arte de magia, el mañana sería mejor. No había paz para los que por querer ganar sin arriesgar lo acabaron perdiendo todo. Y tal vez eso es lo que él merecía, lo que realmente necesitaba: una angustia que le hiciera sentir que estaba vivo porque tampoco tenía más opciones. Ya no le quedaba nada y sólo podía esperar a que comenzase bajo la tormenta la coda final del último movimiento de su vida.

Fue entonces cuando alguien llamó a la puerta, y al abrir encontró a una hermosa dama con un vestido negro mirándole sonriente desde el otro lado.

-          Pasa, por favor. – Dijo a la dama. – Te estaba esperando.

Ella se acercó y le dio un beso en los labios. Así, a pesar de la tormenta, él no encontró mejor manera para despedirse de este mundo. 

" Para ambientar mejor este relato el autor aconseja escuchar y leer" 

 Álvaro Funes

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