Susurré las cuentas del olvido
acaricié los platos rotos
y mi sangre se derramó
en el murmullo de la gente.
Vertí la tinta en tu corazón
bebí el deseo de los errores
y rocié versos
en las ramas de mis arrugas.
El llanto dejó de gritar;
se perdió en el sendero
con el recuerdo y tus labios,
donde las palabras, se hicieron añicos.
Patricia López. Derechos reservados de autor.
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